Una muerte necesaria

Sobre la hojarasca, a la orilla de aquel viejo sauce cuyas ramas eran mecidas suavemente por la brisa invernal de aquel día, se encontraba aquella pequeña. Estaba en posición fetal, su vestido de color crema estaba arrugado y su cabellera castaña estaba alborotada y descuidada. Lloriqueaba y murmuraba cosas que nadie oía y que el viento se llevaba.

Meses atrás la pudieron ver saltando y riendo por todo el lugar. Su nacimiento no había sido esperado, pero nada se podía hacer por ello. Durante años vivió tras esa muralla que la protegía de lo exterior siempre junto a él, su protector. Ahora estaba sola. Había salido sin permiso y ahora las consecuencias eran esas. Había jugado con algo con lo que no tenía que jugar, su curiosidad la había llevado hasta ese punto.

¿Cuánto tiempo llevaba ahí? No lo sabía, sólo sabía que por más que le llamara no acudía a ella ¿por qué? Con sus últimas fuerzas había logrado traspasar de nuevo la barrera y llegar al pie del sauce, había gritado su nombre, suplicado porque le ayudara... no había pasado nada.

-Me da pena- dijo una voz femenina sin que ella la escuchará -tomaré su lugar, tú cuida de ella

De las sombras del árbol una chica idéntica a ella salió, sin embargo vestía de negro y tenía los ojos delineados también de negro. Atrás de ella salió él. Era más alto que las otras dos, pero compartía facciones muy parecidas a ellas. Llevaba una bufanda blanca y una camisa de manga larga negra. Tenía el pelo corto, de color plateado y observaba fijamente a la chica de amarillo.

-Ella se lo busco. Dudo que se recupere- murmuró mientras veía como la chica de negro iba con la de amarillo y ponía un mechón de su cabello tras su oreja

-Lo sé, por eso yo tomaré su lugar y nadie se dará cuenta.- sentenció.

Andrew tomó en brazos a la de amarillo y Audrey los vio partir.

-Cuida de ella- murmuró mientras veía como Andy perecía lentamente y no había nada que pudieran hacer. Aún así, ahora ella estaba ahí para tomar su lugar, un lugar que nunca debió dejar.