domingo, 15 de julio de 2012

Te ves más linda cuando sonries

Cerraba los ojos y podía revivir aquel momento como si hubiese sido ayer. La lluvia se había soltado justo en el momento en que había cerrado la puerta de la casa y había empezado a correr. Corrió durante mucho tiempo, corrió sin que las lágrimas la dejaran ver por donde iba pero sus piernas tenían vida propia y la llevaron hasta aquel pequeño parque cerca de su casa.

Se quedo ahí lo que le pareció una eternidad, junto a la fuente llorando amargamente mientras el agua se confundía en su rostro con sus lágrimas. Quería quedarse ahí por siempre, quería dejar de sentir y, por sobre todo, no quería volver a su casa nunca. Sus ojos jamás se cerraron, pero no se dio cuenta de que alguien se acercaba a ella, así como tampoco fue consciente de que ya no se estaba mojando.

Su consciencia regresó a ella de pronto, como si jamás se hubiese ido, y al fin pudo ver los tenis rojos que habían estado enfrente de ella desde hacía un tiempo. Al no sentir las gotas de agua sobre ella giró despacio la cabeza para ver que era lo que obstruía su paso. Una cálida sonrisa fue lo que sus bellos ojos vieron. Una sonrisa en un rostro que conocía tan bien como el suyo.

-No llores- dijo él sin dejar de sonreir

-¿Por qué?- preguntó sin entender lo que ocurría. ¿Cómo era posible que él le dijera eso?

-Porque te ves más linda cuando sonríes- respondió con aquel cálido brillo en su mirada y con una sonrisa aún más grande, si es que eso era posible.

Y, como si le hubiese dicho lo contrario, empezó a llorar con más fuerzas. Su pecho le dolía como nunca y un pequeño agujero empezaba a formarse en él. Las fuerzas le faltaban y el aire no llegaba bien a sus pulmones. Su viste se volvió aún más bizarra y lo único que pudo sentir fue un par de brazos estrujándola contra un pecho fuertemente y un pequeño "Sh, todo estará bien. No llores más" en su oído.

Él dejó que ella se desahogara. Esperó pacientemente durante minutos, durante horas. Estuvo siempre junto a ella aún cuando ya no estaba, aún cuando su tiempo se había acabado. Él jamás lloró. Él jamás dejó de sonreír. Él jamás se alejó de ella. Y ahora, frente a su tumba, ella recordaba esas últimas semanas con él y sintió una brisa rodearla.

-No llores- susurró el viento -Te ves más linda cuando sonríes-

Ella se llevó una mano a la mejilla y se limpió las lágrimas que se habían revelado contra su voluntad. Después dejó las flores frente a la tumba y dando media vuelta sonrió antes de partir.

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