viernes, 21 de mayo de 2010

Miedos

Ahí estaba ella, parada enfrente de esa gran puerta al final del oscuro pasillo. Podía escuchar las voces de diferentes personas murmurar a sus espaldas, eran las mismas palabras que siempre había escuchado. Sin embargo, ahora pensaba que eran mentira. Había perdido la fe en aquellas palabras, esas palabras que una vez sirvieron de su soporte ahora no significaban nada. Eso que una vez fue su soporte ya no lo era, ella lo había arruinado o había demostrado que no era lo que ellos creían.

Las pruebas hablaban por si solas, lo había perdido, o tal vez nunca lo tuvo. Estaba petrificada ante la puerta. Su mente trabajaba más de lo que ella quería. Sólo quería que esas voces se callaran, que los sentimientos se fueran y que su mente se apagara. Darse la vuelta y correr, huir y no detenerse. Sentir la calidez de sus lágrimas rozar sus mejillas mientras corría en vez de sentir el ardor de sus ojos por reprimir las lágrimas que tanto aclamaban su libertad.

Su mente era cruel, malvada, era su propio karma. Veía las imágenes de sus sueños, aquellos sueños que idealizaba, aquellas metas con las que tanto soñaba. Una vez parecieron alcanzables, las palabras que tantas veces había escuchado hacían que se vieran alcanzables. Ahora todo era distinto, al perder significado esas palabras y darse cuenta que sólo era una persona más, una mediocre más.

Pero.. que tal si no era cierto. ¿Que tal si sólo eran juegos de su mente para verla flaquear? Todo eran suposiciones. Negó suavemente con la cabeza, sus cabellos se alborotaron. No podía flaquear ahora. Sin embargo, aquellos pensamientos no cesaban, los murmullo seguían ¿Qué tal si la gente esperaba mucho de ella? Deseo tanto ser un robot, no sentir nada y que nada le afectara.

Aún así... ella quería alcanzar esos sueños. En ese momento era lo que más ansiaba. Sentía como los grilletes creados por las dudas subían hasta sus tobillos y la apresaban. No le importo. Aún podía andar, difícilmente pero podía hacerlo. Quería volver a sentirse especial, volver a ser especial. Lucharía. Sería difícil, pero sabía que lo haría y lo lograría. Cumpliría sus sueños y volvería a soñar para tener algo nuevo por lo cual luchar.

Decidida alzó la mano hasta tocar la perilla de la puerta. Estaba fría. Sus piernas temblaban, sus manos no le respondían. Ahora estaba sola ahí, frente a la puerta al final del pasillo. Por fin había logrado llegar al final y ahora sólo tenía que abrir la puerta. Aún así, sentía que no podía. El miedo se adueñaba de ella.

-Tranquila, yo estaré ahí- escuchó un leve susurró en su oído.

De la nada sintió una extraña calidez rodearla. Era confortable y hermosa, extraña. Aún así sonrió, era una locura pensar que era él. Él no existía, pero sabía de alguna forma que era él. Aferró fuertemente el picaporte y sintió como si una mano más estuviera sobre ella apoyandola. Entonces, sabiendo que las dudas no se habían ido, que el miedo estaba presente y los murmullos seguían, abrió la puerta. No le importaba más eso, lo destruiría a su tiempo y demostraría que no lo había perdido.